domingo, 8 de julio de 2012

Los Desafíos de la "Emergencia Educativa"



LOS DESAFÍOS DE LA "EMERGENCIA EDUCATIVA". 

El seminario de estudio “Educación: hoy y mañana”, organizado por la Congregación para la Educación Católica, se planteó abordar la problemática de la emergencia educativa partiendo de lo que, en su momento, Jacques Delors presentaba al presentar los desafíos como dos polos en tensión. El primero de ellos fue denominado “Tensión entre lo global y lo local” asumiendo lo que ya S. S. Juan Pablo II había afirmado en su Discurso en la VII Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, el 27 de abril de 2001 en el sentido de que "la globalización, a priori, no es ni buena ni mala. Será lo que las personas harán de ella”. Durante el seminario se puso especial énfasis en el hecho de que uno de los principales desafíos consiste en pasar de una mundialización -considerada excesivamente en el plano económico (homo oeconomicus), y, por lo tanto centrada en el tener-, a una mundialización ética y, por lo tanto centrada en el ser, fundamentada en el hombre en su totalidad (homo sapiens et amans). Es un hecho que la educación es sometida tanto a la mundialización como a las leyes del mercado, sin embargo ¿debe ser regulada sólo por ellas? ¿Cuáles leyes regulan los procesos educativos y las instituciones académicas en nuestros días ?

Un segundo polo fue reconocido como la “Tensión entre la unidad y el pluralismo cultural”. Se constata una visión muy difundida del miedo a un neo-colonialismo cultural que inhiba las especificidades. De otra parte, la insistencia unilateral sobre las identidades culturales y nacionales engendran el repliegue sobre ellos mismos, los guetos y la exclusión del otro. Otro aspecto del desafío cultural es el de la continuidad de los tiempos: muchos jóvenes son golpeados por la falta de esperanza y por lo tanto de futuro; cada vez más, también les faltan raíces propias. ¿Cómo educar en un mundo global, respetando las culturas pero también la apertura a una "hermandad universal?" ¿Cómo respeta la educación la continuidad de la transmisión respetando la novedad de cada época? El tercer desafío tiene que ver con la “Tensión entre individualismo y nacionalismo”. Se puede observar cómo el occidente está enfermo de individualismo, mientras tanto otros países se han enfermado de "comunitarismo", bajo forma de nacionalismos, de tribalismos o de sectarismos. ¿Y si una educación global pudiese relacionar al individuo, a la persona, su sentido de pertenencia a un grupo y a la vez su apertura al otro, a todos los otros?

El cuarto fue llamado el de la “Tensión entre tradición y modernidad” y ofreció la posibilidad de que la educación pueda ser considerada entre dos tentaciones, es decir, permanecer en el pasado (tradicionalismo) e idealizar el porvenir (progresismo). La preguntas planteadas han sido: ¿Cómo la educación cultural puede conjugar los tres "éxtasis" del tiempo? ¿Cómo asegurar una continuidad fluida? ¿Cómo conjugar la memoria y la esperanza? ¿Cómo arraigar la esperanza en la memoria, salvando la capacidad de iniciativa? Por lo que se refiere a la “Tensión entre el derecho de todos a la educación y las desigualdades” se asumió, por un lado, la reciente demanda de educación que no deja de crecer por parte de las personas y, por otro, la necesidad de disponer de personal cualificado y competente. Asimismo, se constata la desigualdad de los recursos económicos y del conocimiento. ¿Cómo puede responder la educación a este derecho universal de acceder a ella? ¿Cómo, en un mundo globalizado y solidario, los países más favorecidos pueden ayudar de manera justa a aquellos que lo son menos, respetando su cultura y su especificidad?

El sexto desafío de la educación en nuestros días tiene que ver con la “Tensión entre el dogmatismo intolerante y el relativismo escéptico (hacia la verdad y los valores”). Pudimos caer en la cuenta de cómo, de una parte, algunos intentan no sólo de imponer su visión del mundo, excluyendo otros acercamientos legítimos. Y, de otra parte, nuestro mundo actual rechaza la verdad y la norma ética universales, la intolerancia y la violencia. Se prefiere hablar de "valores" y de "sentidos" antes que de bien y verdad. Lo justo es separado del bien y de la verdad. Como decía el Santo Padre “en una sociedad así falta la luz de la verdad, más bien se considera peligroso hablar de la verdad, es considerado como "autoritario" y se acaba por dudar de la bondad de la vida”.

Además, la verdad a menudo se reduce a la razón utilitarista. De ahí que sea válido preguntarnos ¿Cómo educar a la verdad y a la justicia evitando el doble riesgo del dogmatismo intolerante y la "dictadura" del relativismo? ¿Cómo puede devolver la educación toda su plenitud al logos humano?

P. Jaime Emilio González Magaña, S. I.

No hay comentarios:

Publicar un comentario