DESARROLLO DEL SIMPOSIO
Por José de Jesús Robelo C.
Diócesis de san Juan de los Lagos
Participaron los representantes de 110 conferencias episcopales del mundo, 35 superiores Generales de congregaciones religiosas masculinas y femeninas, algunos representantes de las Iglesias Orientales, Rectores de Colegios de Roma, Rectores de Universidades Católicas de todo el mundo, expertos en psicoterapia, derecho canónico, educación y miembros de varios ritos al interno de la Iglesia.
Al iniciar el Encuentro se leyó un mensaje enviado por el Cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone que dice: «El Santo Padre asegura sus oraciones por esta importante iniciativa. Pide al Señor que, a través de sus deliberaciones, muchos obispos y superiores religiosos de todo el mundo puedan recibir ayuda para responder, al estilo de Cristo, a la tragedia del abuso de menores. La curación de las víctimas debe ser de suma importancia en la comunidad cristiana, y debe ir de la mano de una profunda renovación de la Iglesia en todos los niveles. Nuestro Señor nos recuerda que todo acto de caridad, incluso hacia el más pequeño de nuestros hermanos, es un acto de caridad hacia Él (cf. Mt 25,40). El Santo Padre apoya y alienta todos los esfuerzos para responder con caridad evangélica al reto de proporcionar a los niños y adultos más vulnerables, un ambiente eclesial propicio para su crecimiento humano y espiritual. Y motiva a los participantes del Simposio a seguir recurriendo a la amplia gama de conocimientos especializados, con el fin de promover en toda la Iglesia una fuerte cultura de protección eficaz y apoyo a las víctimas (2)» .
Los temas que se tocaron durante el encuentro ayudaron a reflexionar los variados ambientes que tienen que ver con el problema de los abusos. La mayoría de las personas que fungieron como relatores, son actualmente, responsables de la pastoral de la Iglesia católica de las más diversas partes del mundo, con el fin de mostrar que la situación de los abusos no se reduce solamente a los países occidentales, sino al mundo entero.
La tarde del lunes 6 de febrero el Simposio fue inaugurado con una conferencia del Cardenal William J. Levada quien subrayó la necesidad de un enfoque interdisciplinar –canónico, teológico, pastoral, psicológico- al triste fenómeno de los abusos en la Iglesia y en el mundo. Refirió, además, que se han reportado a la Congregación de la Doctrina de la Fe más de 4000 casos de abuso sexual en los últimos diez años, muchos de estos casos se remontan a décadas. Según el Card. Levada, los Estados Unidos, Canadá, Australia y Alemania son los países que han adoptado normas y líneas guía entre las más completas y rigurosas, pero agregó que, en muchos casos estas respuestas llegan solo cuando se ofrecen revelaciones por parte de los medios de comunicación acerca de comportamientos escandalosos por parte de sacerdotes (3).
Durante las mañanas del 7 al 9 de febrero se realizaron nueve conferencias principales, seguidas por discusiones plenarias, dirigidas por psiquiatras, expertos en la formación sacerdotal, canonistas, obispos y religiosos – algunos de ellos ex alumnos de la Gregoriana – que han tenido que enfrentar dolorosas situaciones en sus respectivas Diócesis y Congregaciones.
Para dar voz a las víctimas, en el transcurso de la primera conferencia se tuvo el testimonio de una persona que sufrió el abuso por parte de un sacerdote cuando tenía 13 años, Marie Collins, ayudada por una psiquiatra. Su testimonio tocó fuertemente a los participantes. Ella narró también el comportamiento adoptado por los superiores del abusador, que se limitaron a echarle a ella la culpa de lo sucedido, sin buscar en alguna manera de detenerlo. Esta falta de escucha y colaboración causaron en ella un sufrimiento y un shock más fuerte que el abuso mismo. La Sra. Collins afirmó que desea que la Iglesia escuche y respete a las víctimas y que tome seriamente sus acusaciones. Agregó que para ella escuchar a un líder de la Iglesia pedir perdón por haber defendido a un abusador es fundamental para sanar; desea también tener la certeza que hay consecuencias disciplinares para aquellos que no respeten las normas de la Iglesia. Todos, especialmente los laicos que creen, tienen el deseo de crecer en tranquilidad «para denunciar el pecado cuando eso suceda, de llamarlo crimen – porque se trata de un crimen – y de hacer algo al respecto» (4).
(2) T. BERTONE, Secretariat of State No. 198.767, Vatican, 30 january 2012.
(3) Cf. W. LEVADA Cardenal, El abuso sexual de menores: Una respuesta polifacética al reto, Pontificia Universidad Gregoriana, 6 de febrero de 2012.
(4) Cf. M. Collins y S. Hollins, Sanando una herida en el corazón de la Iglesia y la Sociedad, «La verdad os hará libres»: Escuchando, entendiendo y actuando para sanar y empoderar a las víctimas, Pontificia Universidad Gregoriana, 7 de febrero de 2012.
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NOTA: Esta es la 2da parte de 4.
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